Introducción

Traducido por Silvia Čiháková Aquilar

Me llamo Bárbara y todos me dicen Bara.

Tengo doce años y estoy a punto de comenzar el primer año de secundaria. Como muchos de mi edad, a menudo me encuentro frustrada con mis padres. Me intriga profundamente entender por qué los adultos parecen centrarse exclusivamente en sí mismos y están convencidos de que lo que consideran bueno para nosotros, sus hijos, es simplemente lo que ellos mismos creen que es correcto como padres. Algunas veces me siento como figura de ajedrez, me mueven allí, donde me quieren tener, y todavía esperan, que con eso voy a estar saltando de felicidad. Ya no puedo esperar por ese día de convertirme en una persona mayor y así van a dejar de hacer conmigo lo que quieran…

Para dar un ejemplo: Soy hija única, nunca me ha gustado ser hija única, y cuando una vez intenté convencer a mis padres para que me dieran un hermano o una hermana, se esforzaron en hacerme creer que así, sin hermanos, es lo mejor para mi. Si fuéramos más de uno, no podría ir a clases de francés, de gimnasia y de piano y no podríamos ir de vacaciones a Grecia, porque no tendríamos dinero para todo eso. Y que estaríamos brincando de cabeza como locas en nuestra pequeña habitación compartida. No se les ha ocurrido para nada que yo podría renunciar sin ningún problema a las clases de francés o de gimnasia, o de piano. Si tuviera una hermana, podríamos por ejemplo ir solamente a clases de gimnasia, pero juntas. O que preferiría estar todo el verano con mi hermana en nuestra la casa de campo de la abuela en la montañas y estaría corriendo por el bosque, más que estarme achicharrando en la playa en Grecia. Y que me encantaría estar brincando de cabeza con mi hermana en la habitación y en otros lugares. Es cierto que para ellos es más cómodo tener solo una hija. Una vez escuché como charlaban sobre eso mi madre con mi tía Mirka, que tiene dos hijos, mis primos, y mi tía le decía que se diera cuenta que ahora tienen que cuidar solo una hija, pero que a esa hija, es decir a mí, la han condenado a cargar en sus espaldas a dos ancianos desamparados. Después de eso mi madre no habló por un tiempo con mi tía. Pero a mí me parece que mi tía tiene razón. ¿Cómo voy a lograr yo sola cuidar de ambos, si para ellos dos es ahora una gran carga cuidar de una sola ¨yo¨? No es justo.

Otra cosa: Mis padres se mudaron. Hace poco vivíamos en un piso en Praga y según mi opinión, pues allí no nos hacía falta nada. Pero mis padres llegaron a la conclusión que el piso es pequeño, que en Praga el medio ambiente es horrible y cosas así, y compraron una casa con jardín cerca de Praga. A mi madre eso no le afecta porque trabaja como traductora, así que la mayoría de su trabajo lo hace por correo electrónico, y a mi padre tampoco, porque en coche el viaje al trabajo le dura casi tanto como cuando antes iba en metro y tranvía. Pero fue a mí a la que le tocó pagarla porque desde aquí no puedo transportarme a mi antigua escuela, así que he perdido a todos mis amigos y amigas con los cuales fui durante cinco años a la misma clase. Teresa, mi mejor amiga, con la que siempre nos sentábamos juntas en clase, Nicolas a quien le prestaba mis deberes de Mate para que los copiara y él a cambio me llevaba dulces, Cata, Dagmar..Pero lo mas importante sobre todo es que ahora puedo respirar aire limpio ¿verdad? Sí, otra muestra del egoísmo adulto, a pesar de que la casa es realmente enorme y que está cubierta de plantas, de la cual los adultos opinan que se trata de hiedra o hiedra virgen, y que parecen plantas comunes y corrientes, pero en realidad cuando nadie las está viendo, yo estoy convencida que trepan por los muros y murmuran entre ellas. Y mi habitación pues, es tan grande como nuestra antigua casa.

Pero sí que tengo que decir que hay una cosa debido a la cual estoy dispuesta a perdonarles a mis padres la mudanza, y la cual no habría sucedido si nos hubiéramos quedado en el antiguo piso.

Es decir, dos cosas.

Con la casa, compramos también la gatita Barcha. Es negra y con su abdomen, pecho y patitas blancas y se comporta como una verdadera dama. Hace lo que quiere pero lo hace, como dice papá, con nobleza. Las gatas son todas muy misteriosas y Barcha sí que lo es el doble, y eso es genial. Finalmente tengo otra mascota además de mi tortuga Pidy, porque en el piso donde vivíamos, mis padres no quería permitirme nada peludo. Ni siquiera un ratón ni hámster, sin hablar de alguna rata. Esa es la primera cosa super guay.

La segunda es que en un viejo cofre del ático encontré un atlas mágico. A primera vista parece como un atlas viejo de esos que usamos en el cole, pero muy viejo, porque tiene empastado de cuero y el cuero está ya muy gastado. En la primera página está escrito con unas letras raras:

ATLASS

HISTÓRICO

DE:

..................

.............

ELAVORADO

POR

..............

Quién lo habrá elaborado, pues no se sabe, no se puede ni siquiera leer, porque está muy borroso. En las siguientes páginas hay mapas, la mayoría son mapas de Europa, pero también encontré mapas de otros continentes. No son de colores como en los atlas normales, pero amarillentos e ilustrados con tinta marrón muy pálida. Allí, donde hay bosques, tiene, en vez de color verde, un montón de pequeños árboles. Las ciudades no están indicadas con un pequeño círculo, pero en realidad están dibujadas allí unas pequeñas ciudades, la mayoría con murallas y portal, o a veces solamente un castillo o un pueblo. Allí donde debería haber montañas, están ilustradas diversas grandes colinas y en los mares nadan ballenas y algunas otras monstruosas criaturas y navegan sobre ellas embarcaciones con velas. En algunos lugares hay superficies vacías y en ellas está escrito HIC SUNT LEONES, averigüé que eso quiere decir ¨aquí hay leones¨ y estaba escrito en los mapas para los sitios, los cuales todavía no habían sido explorados y nadie sabía que hay ahí, lugares así ya no hay ahora, y es una lástima.

Cuando toco con mis manos algún mapa, el atlas me lleva al pasado.

En serio.

Ya me ha sucedido muchas veces.

Y tengo pruebas, porque cuando me dan algo en el pasado, regresa junto a mí al ático. Esos recuerdos los tengo guardados en una caja bajo mi cama. Ya tengo ahí un collar que me dio Carlos IV y una piedra preciosa y sandalias de Pompeya y otras cosas.

Sigo investigando como funciona realmente el atlas. Algo ya tengo claro. Entre más tiempo dejo la mano sobre un mapa, más lejos viajo atrás en el tiempo. Al pasado siempre llego vestida como la gente que vive ahí, pero en el momento que regreso al ático tengo puesta de nuevo mi propia ropa. Y en el pasado siempre puedo hablar el idioma que se usa allí.

Todavía no he podido averiguar como hacer para elegir el lugar y el momento del pasado al cual quiero llegar. Ojalá pueda lograrlo algún día, porque mantengo una promesa, que me gustaría cumplir.

En mi primer viaje al pasado conocía al gran héroe griego Aquiles. Tuvo una pelea muy fuerte con otro combatiente. Cuando regresé, investigué bien todo lo que le sucedió y averigüé que por causa de esa pelea se ofendió y se obstinó en no querer continuar con las batallas en la guerra y que después fue su amigo Patroclo quien decidió ir a combatir con la armadura de Aquiles, pero como no era tan buen guerrero, los enemigos lo mataron. Decidí que voy a regresar allí y que voy a advertir a Aquiles que si va a ser tan testarudo como una mula, va a perder a su mejor amigo. Pero todavía no he logrado regresar a ese mismo punto del tiempo y eso que en el pasado ya he dedicado notablemente más de mi tiempo, que todo el tiempo transcurrido viviendo en nuestra casa.

También sospecho que la gatita Barcha tiene algo que ver con el atlas. Solo que no se exactamente que…




Ilustración de libros
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